Trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad - TDAH
El Trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad (TDAH) es uno de los trastornos más frecuentes en la infancia. Sus principales características son la inatención, hiperactividad e impulsividad, que pueden variar en intensidad. Dependiendo de los síntomas predominantes, el TDAH se clasifica en tres tipos: combinado, con predominio de la inatención o con predominio de la hiperactividad/impulsividad.
El diagnóstico suele realizarse a partir de los 6 años, aunque los padres a menudo notan señales desde mucho antes, incluso en la etapa de bebé. Es común que los niños con TDAH se muestren inquietos, tengan dificultades para mantenerse tranquilos y experimenten problemas de sueño. A pesar de tener una inteligencia normal, suelen presentar bajo rendimiento escolar debido a su dificultad para concentrarse. Además, su alta impulsividad los lleva a actuar o hablar sin considerar las consecuencias.
TDAH en diferentes contextos
Los síntomas del TDAH afectan múltiples áreas de la vida del niño, como la escuela, el hogar y las relaciones sociales.
En muchos casos, son los maestros quienes observan los primeros signos de TDAH y solicitan una evaluación. En el entorno escolar, los niños con TDAH suelen moverse constantemente, hablar en exceso, interrumpir y tener dificultades para permanecer sentados. También se distraen fácilmente, cometiendo errores por falta de atención y olvidando tareas y materiales escolares.
En cuanto a las relaciones sociales, pueden tener dificultades para interactuar con otros niños y adultos, interrumpiendo juegos o no respetando las reglas. Su impulsividad y falta de atención pueden llevarlos a cometer errores que generan críticas por parte de padres, maestros y compañeros. Estas experiencias repetidas pueden desencadenar problemas de conducta, dificultades emocionales y una baja autoestima.
¿Cuál es el tratamiento para el TDAH?
El tratamiento del TDAH suele involucrar un enfoque integral que combina intervenciones médicas, educativas y psicológicas. Los enfoques más eficaces incluyen la educación a la familia, la terapia conductual, adaptaciones en el entorno escolar y, en algunos casos, tratamiento farmacológico.
El tratamiento psicológico comienza con una evaluación detallada de los síntomas del niño, utilizando entrevistas y cuestionarios dirigidos al niño, padres y profesores. Tras confirmar el diagnóstico de TDAH, se diseña un plan de intervención individualizado. Los principales objetivos son:
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Reducir los síntomas del TDAH, como la hiperactividad, inatención e impulsividad, así como otros problemas relacionados como el bajo rendimiento escolar y la baja autoestima.
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Proporcionar información sobre el trastorno tanto al niño como a su entorno.
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Adaptar el entorno escolar y familiar a las necesidades del niño.
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Mejorar las habilidades de afrontamiento tanto en el niño como en sus padres y profesores.
Si bien los síntomas del TDAH pueden mejorar con el tiempo y el tratamiento adecuado, es posible que continúen a lo largo de la vida. Por ello, es importante intervenir de forma temprana y mantener el tratamiento para prevenir dificultades en las áreas escolar, familiar, social y emocional.