Una conexión real sin pantallas
Cómo fomentar la comunicación en la familia en la era tecnológica
Desde su nacimiento, los niños necesitan la cercanía y atención de sus padres para desarrollar un apego seguro, clave para su autoestima, confianza y regulación emocional a lo largo de su vida. A través del llanto, la sonrisa o el contacto físico, buscan instintivamente esa conexión, y cuando los padres responden con afecto y atención, se sientan las bases para su desarrollo emocional y social. Sin embargo, en la actualidad, este vínculo se ve amenazado por el uso excesivo de pantallas, ya que ha cambiado la forma en que nos relacionamos dentro de la familia.
El contacto visual, fundamental para la conexión emocional, se ha reducido drásticamente desde que las pantallas se integraron en nuestras vidas y en nuestros hogares, hace más de una década. Padres e hijos comparten tiempo juntos, pero sin verdadera presencia: mientras unos miran el móvil, los otros buscan ser escuchados. ¿Cuántas veces se han usado las pantallas para calmar una emoción en los niños? ¿Cuántas conversaciones se han tenido sin prestar atención real a lo que dicen y sin mirar a los ojos? ¿Quién no ha pedido que por favor dejasen de mirar el móvil porque no era momento? La normalización de este de tipo de situaciones puede parecer inofensiva, pero a largo plazo debilita el vínculo afectivo y afecta la seguridad emocional de los niños. Estudios como los realizados por Quantified Impressions (empresa de análisis de comunicaciones), indican que la multitarea con móviles y el auge del teletrabajo han normalizado conversaciones con poco o ningún contacto visual, y al disminuir este contacto visual, se empobrece la comunicación y la capacidad de interpretar las emociones de los demás, dificultando así las relaciones sociales. Para que los niños y nosotros, los adultos, no estemos "embobados", debemos poner de nuestra parte y comprometernos a hacer un uso adecuado de las pantallas, porque no hay nada que nos aleje más de los demás que no mirarnos a los ojos mientras hablamos.
Ganar tiempo de calidad con los hijos se ha convertido casi en un reto que, hoy más que nunca, es fundamental. La exposición constante a pantallas, sumada a las largas jornadas laborales y las múltiples actividades diarias, ha reducido la interacción familiar. No se trata de prohibir las pantallas y la tecnología, sino de encontrar un equilibrio. Es clave establecer momentos sin pantallas, fomentar actividades que no dependan de dispositivos y priorizar la mirada y la escucha atenta. Mirar a los hijos con afecto y atención refuerza su autoestima y su sentido de pertenencia, desde el nacimiento hasta la adolescencia. Si desde pequeños no encuentran esa conexión con sus padres, pueden crecer sintiéndose invisibles, lo que impactará su desarrollo emocional. Como señala Daniel Goleman, ofrecer atención genuina es esencial para construir relaciones fuertes entre padres e hijos. Conectar desde la infancia con los hijos no solo fortalece su seguridad, sino que les enseñará a relacionarse mejor con los demás y a tener una mayor conexión emocional.
El rol de las familias frente a las pantallas
1. Educar en la importancia de la atención y la conexión: Enseñar a los niños que mirar a los ojos y prestar atención a los demás es clave para crear relaciones sanas y significativas. Transmitirles que una conversación real, sin interrupciones digitales, fortalece los vínculos y el bienestar emocional.
2. Establecer momentos sin pantallas: Crear en el hogar momentos familiares libres de tecnología, como durante las comidas, cenas o antes de dormir, fomenta la conexión emocional y fortalece la relación familiar.
3. Hacer planes de ocio sin pantallas: La interacción social es fundamental para el desarrollo físico, emocional y social de los niños y adolescentes. Fomentar encuentros sociales, salidas con amigos y familiares frente al ocio con pantalla.
4. Gestión emocional: Las pantallas no deben actuar como evasión a las emociones que puedan experimentar los hijos, ya sean niños o adolescentes. Fomentar la comunicación entre los miembros cuando percibimos que pueden estar utilizando las pantallas a modo de evasión, les ayudará a sentirse valorados.
5. Predicar con el ejemplo: Los niños y adolescentes tienden a imitar a los adultos, por lo que es clave que los padres reduzcan el tiempo de pantallas, sobre todo en situaciones en las que pedimos a los hijos que no las utilicen.
6. Proponer alternativas a momentos de pantalla: Juegos de mesa, lectura, deporte, paseos o cualquier actividad que fomente la interacción real en lugar del uso de dispositivos.
7. Enseñar a los niños sobre el bienestar digital: Explicarles la importancia de desconectar y ayudarles a desarrollar un uso saludable de la tecnología